jueves, 27 de diciembre de 2012

cualquier cosa que no sea soñando


Que alivio no soñar contigo,
replegar mis alas de mendigo,
rechazar el engaño de Morfeo,
sentir que tengo algo de libertad.

¿Caridad del engaño momentáneo?
Yo no le pido a nada que te traiga,
no quiero tenerte tan presente,
tan específico y tan extraño.
No quiero tocar con mi mente
lo que no pueden tocar mis manos.

Que alivio no soñar contigo
si el caer de la noche se hace amargo.
Recelar de lo que traen los sueños,
temer las aventuras de antaño.

Voy a anhelar lo insomne de la vida,
a contar las hebras de mi pelo,
cualquier cosa que me tenga entretenida,
cualquier cosa a tenerte cotidiano.
Cualquier cosa a verme entre tus dedos,
cualquiera a perderme con mis manos,
cualquier cosa que me aparte de tenerte,
de tenerte en mis sueños con engaños.

Que alivio no soñar contigo,
que llegue el día y mi corazón sano.


(27-12-2012)

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Algunos Cuentos De Navidad Deberían Contarse En Primavera...




La Cerillera.
 Silvia Álvarez Castellar (con tu permiso)



… cuando el ánimo despierta a la estación del año más ruidosa, luminosa, colorida, viva y placentera.

En Navidad, durante el invierno, cuando el frío aprieta, forma parte de nuestra sociedad que todo el mundo, en pleno exceso, muestre sus valores puros y solidarios, de modo que todo el mundo acoge con un suspiro un cuento triste navideño. ¿Qué cuento navideño ha despertado más lamentos que “La cerillera”? ¿Se ha olvidado ese cuento? ¿Cuántos años han de pasar con cerilleras en todo el mundo; para que comprendamos con qué facilidad soltamos un suspiro?¿Para que se olvide?

Había una vez una muchacha muy muy pobre. Toda su familia había sido siempre muy pobre y desde que nació vivía en una chabola en una localidad cercana a Madrid. Tenía dos hermanos mayores y dos hermanos pequeños, ¿niños? ¿niñas? ¿qué más da?. La comida siempre era muy escasa. En la chabola no tenían agua corriente, ni baño. Pero tenían una nevera pequeña y una cocina de gas butano. Tenían también un pequeño generador de gasoil que les proporcionaba electricidad. Eran siete bocas que alimentar. Su madre estaba enferma y con esfuerzo se ocupaba de sus hijos, no recibía ninguna ayuda económica. Su padre robaba cobre y gastaba más dinero en vino que en arroz. Su hermano mayor había empezado a traer dinero, pero con ello llevaba un año consumiendo heroína, en ocasiones se la pinchaba, en ocasiones la fumaba. Ella no tenía aún 11 años y se llamaba María, era alta y muy delgada.

María pasaba las horas conversando consigo misma sin mover siquiera los labios. Había aprendido a pasar desapercibida para no recibir palos de sus hermanos, sobre todo ahora. Iba y venía a por agua dos o tres veces al día. Acompañaba a su madre a recoger los desperfectos de los supermercados las noches que los tiraban a la basura tras el cierre. Todo lo veía y de todo intentaba aprender, porque nadie la había enseñado nunca. No solía estar muy animada porque siempre tenía hambre, pero cuando comía algo tenía una sonrisa radiante de dientes mal cuidados, en una cara sucia y desgreñada. Apenas sabía leer, su madre no sabía leer y su padre tampoco, y aunque ellos le habían enseñado cosas vitales de la vida, nunca había sido escolarizada y ni siquiera entendería el significado de esta palabra.

El invierno siempre era muy duro. Con cada invierno que termina parece que te has hecho más al frío, pero María no contaba aún con muchos inviernos y su pellejo poco la calentaba. Le fastidiaban especialmente esos meses por las Navidades. Aunque en ocasiones se había quedado impresionada por el ambiente, al final, cuando todo está en calma, sólo queda el frío. Las luces y el frío.

Aquella tarde el frío era especialmente constante y amenazaba una noche peligrosa. María se la pasó haciendo caldos, para robar el calor de la olla. Y fue muy silenciosa porque su hermano mayor estaba muy enfermo y de mal humor. Llevaba dos días sin poder salir de la fiebre.

_ María ven aquí. _ No era una petición y lo acompañó un horrible acceso de tos. _ ¡¡María!!

La niña se dirigió hacia su hermano echando ya en falta el calor de la olla.

_ Tienes que ir a la Plaza Mayor, a la salida de la calle de la escalerilla de piedra y esperar. Te pones mi abrigo y mi gorra, que hace tela de frío, y así Luis te reconoce. Tu le das esto, él te da un sobre y te vuelves pa casa, que ya le'avisao. Te vuelves directa y ni se te ocurra abrir el sobre.

_ ¿Que ya le has avisao?

_ Tú eres tonta niña. Ves a la Plaza y ten cuidado.

_ ¿Pero a la Plaza Mayor de Madrid?

_ ¿Hay más sitios de Madrid a los que sepas ir? Toma esto y vete pa'llá.


María cogió los 5€. Se puso el abrigo de su hermano y su gorra. Cogió el paquetito embolsado y salió a la calle. Cogería el autobús, pero no el metro. Su hermano era idiota, no sabía que no cogería el metro, pero cualquiera le decía nada. El metro le asustaba muchísimo, tanta gente, todo el mundo corriendo de un lado a otro, tantos carteles. Muchas de las palabras y nombres que sabía leer las debía a los nombres de las estaciones del metro, pero le ponía muy nerviosa. Además sospechaba lo que llevaba encima y eso le asustaba.

Era desconcertante, por un lado el calor de andar a paso vivo la impulsaba a sonreír, por otro sabía lo que se le venía encima y eso le daba más miedo que el metro. No quería pensar en llegar al centro de Madrid. No sabía a qué hora debía estar allí, pero si su hermano quería que usase el transporte público tal vez la esperasen pronto. Aceleraba su paso y pensaba en las calles que llevan a la plaza de Sol y no le apetecía ver los puestos y a la gente por las calles. Los bares y los restaurantes, con sus vapores y sus olores. Tanta gente. ¿Tántos somos? Por favor que estén cerrados, que cuando llegue no queden más que unos pocos, que no haya olores y que haya buenos restos. 

Cuando María camina por las calles parece una recolectora, mira atenta al suelo. Se encoje y así parece más pequeña. No quiere crecer porque sabe lo que se le viene encima. Camina por calles poco concurridas y encuentra cosas que siempre puede usar, es cierto que en Navidades se encuentran más cosas.

Encontrar céntimos la sacude por dentro, es algo bueno y algo malo. Es bueno para ella que encuentra 10 céntimos, es malo para quien lo ha perdido. Si claro... no sabe lo que es el sarcasmo, pero hace uso de él. Es bueno para el que lo ha perdido cuando no lo ha echado en falta, ni para agacharse a por él, ni para juntar otros céntimos para un kilo de azúcar. Es malo para ella sentir y aprender que a tanta gente le sobran tantos céntimos.

No le gusta ir a Madrid porque es demasiado grande para su comprensión. No le gustaba ir en esas fechas especialmente porque cuando era niña sus hermanos la llevaban a pedir a la plaza de Sol y no salían de su recuerdo los carros llenos de compras con comida que los alimentaría dos o tres meses. La muchedumbre llena de bolsas, las luces de Cortilandia. Los coches, el ruido. La algarabía, los infinitos puestos de la Plaza, los serpentines, las máscaras y las pelucas. ¿De cuántos colores había soñado que era su pelo? Invisible entonces, como lo era ahora esperando en la salida de la calle de la escalerilla de piedra de la Plaza Mayor. Ya con los puestos cerrados, ya con pocos transeúntes, como ya bien sabía, sólo quedaba el frío.

El tal Luis no aparecía y la noche apretaba su garra. María tiritaba de los pies a la cabella echa un ovillo tembloroso bajo el arco de la plaza. Intentaba tranquilizar su respiración pero no lo conseguía. ¡Se moriría de frío si no regresaba a casa! Pero el tal Luis no venía y no podía volver con el paquete y sin el sobre, sin duda su hermano se enfadaría.

El reloj de Sol dio las cuatro de la mañana y María tiritaba, llevaba tres horas allí. Abría y cerraba sus manos dándoles el calor de su aliento. Las tiritonas venían muy seguidas y tensaban todos los músculos de su cuerpo de arriba abajo, de abajo arriba. Cuando pensaba que el frío y la rigidez cortarían su respiración, vio la cara de relajación que puso su hermano la primera vez que le vio fumar heroína. Tal vez le ayudaría a pasar el frío de la espera. Pero si se atrevía a abrir el paquete y comprobar lo que era, si se atrevía a prepararlo y fumarlo… Tan sólo un poco, un poquito para que Luis no se dé cuenta. Sé cómo hacerlo, lo he visto, y he recogido alguna cosa que será útil… si con ello tan sólo apartase un poco de mí el frío, podría esperar.

Y así pensó María.

Confirmó que su mechero funcionaba y preparó lo necesario. Abrió el paquetito con el cuidado que sus entumecidos dedos le permitieron. Confirmó lo que pensaba y cogió un poco del compacto polvo blancuzco. Lo colocó sobre el papel de Ferrero Roché, y encendió una cerilla... Si, el frío cesó. El frío, la conciencia y los latidos de su corazón. María murió en el acto de sobre dosis, bajo un arco de la Plaza Mayor de Madrid, un martes cualquiera de finales de diciembre.

Si con ello tan sólo apartase un poco de mí el frío, podría esperar.

Esta vez sólo ha necesitado gastar una cerilla.




(de los retos de fantasíaepica.com - cuento infantil alternativo. abril 2011)

luna golfa





Roja surge su sonrisa
perfilando la tierra
la luna golfa,
luna que mengua.

Apareces sin permiso
rompiendo rimas
a despertar lo insomne
que hay en mi vida.

Cuando todo es calma,
cuando no te espero,
aceptada tu ausencia
arañas el cielo,

Y te alzas muda
en tu grandeza,
encendida en rojo
forja de leyendas.


(26-3-2009)

poetas





POETAS I


Aquí todos somos poetas
puñados de palabras sin sentido
hilando una a una de corrido
clamando la licencia de escritor.


Y qué si cada uno con su estilo
proclama a todo el mundo sus valores
y esconde en cada rama con su nido
los huevos de tortillas “milsabores”.


Aquí todos somos poetas
de reclamo, miedo, drama y diversión.
Unos suman y otros corren con las letras
lidiando entre bragueta y corazón.


Y aquí estamos, libremente, como hermanos
tan sedientos y saciados del sabor
de las risas y las prisas de las manos
de la tinta y la espesura del color.




POETAS II

Aquí y allí, de facto, ¡¡soy poeta!!
sin esfuerzo me rima con bragueta,
si protestas también rima con teta
¿qué dices? sumo y sigo, es mi treta.

¿Y qué? si no hay licencia no hay corrillo
sirva de excusa que ya no hay truquillos
porque, de tan cuerda, no hay estribillos
forzando todos llevan un ritmillo.

Quita ¿que no ves que esto es un soneto?,
así, poquito a poco, te lo meto
es cien por cien parodia del respeto.

Aguanta ¿que no ves? purita enmienda,
escrita solo para quien lo entienda
que escribo como escribo, esta es mi menda.


(15-agosto-2011)

dile a la luna clara




Dile a la luna clara
que estoy nerviosa por verla,
que se pierde mi mirada
en ese manto de perlas.

Dile que estoy asustada
cuando las nubes me ciegan,
cuando la noche no es larga
y en su menguante recela.

Dile que rabio en deseos
de encontrarme su reflejo repentino,
despertar del girón de un sueño
y espiar como avanza en su camino.

Dime que cumplirás mis plegarias,
que serás mi peregrino,
que llevarás mis palabras,
que te tengo como amigo.

(y así un perro llegó a la luna,
porque una noche se lo maulló una gatuna)


(regalo amigo invisible navidades 2011 - fantasíaepica.com)