El camino a la perdición lo tiene tu boca.
Esa sonrisa que sin prisa me toca.
El camino a lo perdido
con esa mirada,
sin vender historias,
sin pensar en nada.
El camino del pecado
en esa intención.
Me creo resuelta
al perder la razón.
El camino desprendido,
sin cruzar halagos,
tan sólo bebiéndonos
a largos tragos.
8 de noviembre 2014
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